De Padre Slavko Barbaric.
Querido peregrino, buscador de Dios! Cuando te vas de peregrinación a Medjugorje, estás invitado a rezar en la iglesia, a participar en la Santa Misa, a confesarte, a ponerte en adoración ante Jesús Sacramentado, a subir al Krizevac (la montaña que nos recuerda la pasión de Cristo, nuestro sufrimiento y nuestra cruz) y a orar en el Podbrdo, la Colina de las Apariciones. Creo que has hecho todo esto, que has renovado tu fe, tu amor y tu esperanza, y que te has convencido de que Dios está cerca. Esta es la razón de tu viaje a Medjugorje.
Hoy, en efecto, aquí Dios está cerca de todos los que le buscan. Se hace sentir, se hace amar. Él nos da la fuerza para consagrarnos a Él. Aquí Dios ha hecho brotar la fuente de la Paz por medio de la Reina de la Paz.
Estoy convencido de que ahora te surge espontáneamente una pregunta, que por otra parte muchos otros peregrinos se plantean: Aquí es todo bonito, aquí es todo fácil, todos rezan, todos buscan a Dios, pero ¿qué pasará una vez haya vuelto a casa? ¿Qué podré hacer para que mi paz crezca, para que mi amor avance, la confianza ocupe el lugar de la desconfianza, el espíritu de la reconciliación sea más fuerte que el de la discordia? La pregunta es muy importante.
Medjugorje es para los peregrinos lo que fue el Tabor para los discípulos: es necesario convencerse de que es posible vivir el amor y experimentar la gloria de Dios; pero es necesario volver a casa, cada uno a su Jerusalén, en la vida cotidiana, en el trabajo, en el estudio, en medio de muchas personas que no tienen las mismas creencias.
¡Sí, es necesario volver a casa!
En la iglesia de Medjugorje has orado mucho. No te ha sido difícil subir al Krizevac, independientemente del buen tiempo o del mal tiempo. Has encontrado el tiempo para subir incluso al Podbrdo, y has sido feliz.
Ahora deja de lado Medjugorje, como comunidad parroquial, y vuelve a casa llevando contigo, en tu mente y en tu corazón los lugares y los acontecimientos de Medjugorje. Estamos seguros de que en casa encontrarás tu Krizevac y tu cruz. En casa te encontrarás el sufrimiento que habías dejado. Este te aguarda. Pero no temas! El Krizevac de Medjugorje no es en absoluto más fácil que tu propio Krizevac, aunque, para muchos, eso se ha convertido en algo más comprensible y más aceptable, desde que, por voluntad de Dios, el monte más pequeño, es decir la Colina de las Apariciones se ha convertido en el lugar de encuentro más intenso con Dios por medio de María. Así que incluso si en casa te espera tu Krizevac, hecho, la mayoría de las veces, de sufrimientos y aflicciones, de las cuales no eres personalmente culpable ni responsable, construye inmediatamente al lado de estos un monte más pequeño, tu Colina de las Apariciones, tu Tabor! Entonces también el Krizevac adquirirá una nueva coloración, estará envuelto de una nueva paz y de una nueva esperanza.
Construye la Colina de las Apariciones en un rincón de tu apartamento o de tu casa. Encima colocarás una cruz más pequeña, una luz, la Biblia y ¡el rosario! Allí comprenderás tu Krizevac, tu paso por la vida y tu atardecer. Al lado de la Colina de las Apariciones, el Krizevac se convierte en el lugar de la resurrección, ya que ningún Krizevac existe para destruirte y arruinarte la vida, sino para ayudarte a alcanzar la salvación.
¡Recuérdalo bien! La Virgen ha tomado seriamente la palabra de Cristo.
Ella viene contigo sobre tu Krizevac, sobre tu Calvario, como de hecho ha dicho expresamente en el Mensaje de Navidad de 1986:
“¡Queridos hijos! También hoy agradezco al Señor por todo aquello que me está haciendo, en particular por el don de poder estar también hoy con vosotros, queridos hijos, estos son días en los cuales el Padre ofrece gracias particulares a todos los que le abren el corazón. Yo os bendigo y deseo que también vosotros, queridos hijos, conozcáis las gracias y que todo lo ofrezcáis a Dios, para que Él sea glorificado a través de vosotros. Mi corazón sigue cuidadosamente vuestros pasos.
Gracias por haber respondido a mi llamada.”
Este mensaje es válido no solo para quien está en Medjugorje, o para los videntes. Este ha sido dirigido a ti y a mí.
Vuelve a casa, bendecido para siempre por quien está bendecido en la eternidad.
Y construye el altar sobre el cual empezarás a ofrecer cada día tus cruces y tus sufrimientos, tus angustias y aflicciones, la esperanza y la alegría, el amor y la fe. Así tendrás también tú tu iglesia, tu Krizevac y tu Podbrdo. Si lo haces así, Dios estará contigo y María seguirá atentamente tus pasos.
Ve en paz. Lleva a todos la paz y la bendición.
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